25 de septiembre de 2007

Capricho andaluz

En mayo voy a Barcelona a un congreso. De vuelta, como no tengo tiempo para almorzar en otro sitio, tengo que irme al Pans & Company del aeropuerto (cada vez que veo una tienda de esta cadena de bocadillos no dejo de acordarme de un amigo al que le gustaba pronunciar el nombre en catalán -"pans y cumpani"- porque, según él, la empresa era catalana). Me pido la ensalada y me encanta que, para aliñarla, me den aceite y vinagre procedente de Muñoz Vera, una empresa aceitera de Cabra, en Córdoba. De allí era la familia de mi madre. Mi abuelo fue, precisamente, encargado de un molino de aceite en ese pueblo. Quizás el aceite que me tomo en el aeropuerto esté prensado en las mismas instalaciones que mi abuelo vigilaba. Paladeo el zumo de olivas extra con efecto más balsámico que nunca mientras la ciudad se me hace más amable, más familiar, más cercana de lo que yo podría haber imaginado, gracias al almuerzo con un Capricho Andaluz de parte de mi abuelo.

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