10 de octubre de 2008

Ciclo de cine: Nuevos formatos en Caixa Forum de Madrid


En este ciclo
se reflexiona acerca de las nuevas formas de hacer cine a partir de la introducción de la tecnología digital y las hibridaciones que se producen para dar paso a un cine más "artístico".

Nuevas enfermedades, nuevas realidades


El otro día le decía a los alumnos que la realidad o las realidades se crean usando, sobre todo, la lengua. Ponía como ejemplo algo que desde hace tiempo habia comentado con algunos amigos; la definición de nuevas enfermedades o, mejor dicho, síndromes (conjuntos de síntomas que se dan simultáneamente) para que alguien "invente" un tratamiento y nos lo venda a buen precio claro. Hoy EL PAÍS publica un reportaje sobre este tema.

9 de octubre de 2008

Exposiciones en la Fundación Mapfre


























Dos exposiciones interesantes en la fundación Mapfre. Una oportunidad para estudiar formas de ver el mundo y de pintarlo: Degas y pintores y escultores españoles de fin de siglo o de principio, según se mire...

Degas, el proceso de la creación

Entre dos siglos, España 1900

8 de octubre de 2008

Ciclo de cine y jazz - George Delerue - Instituto Francés de Madrid


Una oportunidad para ver películas muy interesantes con música de George Delerue, compositor relacionado con la Nouvelle Vague francesa. Será en noviembre, así que a apuntar en las agendas.

Filosofía del parque temático

Hablo con Sonia sobre Salamanca y sobre Madrid. Le cuento que noto algo diferentes a los alumnos de Madrid con respecto a los de Salamanca y ella me dice que es normal. En Salamanca viven EN la universidad y para la universidad cada minuto, en cambio en Madrid la universidad es sólo algo más en sus vidas. Tomo conciencia entonces de cómo yo mismo he olvidado mi metáfora del parque temático que un poco más adelante se explica. Me doy cuenta, además, de que los dos profesores que fuimos seleccionados como padrinos de la última promoción nos hemos ido de Salamanca y nos hemos venido a Madrid a trabajar. Javier Frutos está ahora en la Carlos III y yo en la URJC. ¿Qué andamos buscando? Yo, precisamente, quería que mi vida fuera más real, más orgánica y menos dibujo animado. Pero eso tiene su contrapartida: es más difícil crear la magia que en el parque temático está siempre a punto de brotar. La ilusión lucha por abrirse paso en medio de un entorno en el que los mensajes cruzados de la realidad devastadora (construida según unos intereses, como todas las realidades) pueden dar al traste con mi capacidad para levantar palacios en medio de las ruinas. Está bien saberlo para encarar bien la tarea de gritar cada día que ahí fuera no todo es oscuro, que es posible tener esperanza, que es posible cambiar el mundo cada minuto.
Rebuscando, he encontrado el discurso de graduación que dirigí a mis alumnos en Salamanca. Lo transcribo a continuación porque tiene mucho que ver con todo esto y porque igual alguno pasa por aqui y lo recuerda. Ya me gustaría que no se quedara tan sólo en bonitas palabras de un querido (supongo :-)) profesor que emocionan unos minutos y luego se pierden en mitad de la jungla de la vida.
Además, a un amigo mío de Cádiz le ha dado un infarto y está en coma. Lo que quiero decir es que hoy es un día raro en el que necesito saber que todo va a ir bien. Mis energías están con él.
Carpe diem, de nuevo.

El discurso:

Queridos alumnos:

En primer lugar tengo que decir que estoy agradecido por haber sido seleccionado junto a Javier para ser padrino de la promoción. Supongo que, como ha hecho Javier, me toca deciros unas doctas palabras. En mi caso, como dijo el torero, se hará lo que se pueda. Además, eso de ser padrino es algo así como ser padre y yo no tengo experiencia en el asunto. En lo que se refiere a hacer discursos, tengo algo más de experiencia, pero ya me conocéis y tampoco soy partidario de dar lecciones a nadie. Cada uno aprende por sí mismo a partir de lo que se encuentra en la vida, y los profesores, como ya Javier os ha contado, sólo somos mediadores, alumnos de un curso superior de la vida que no somos mejores ni más inteligentes que los estáis en los cursos inferiores. Podéis estar tranquilos, por otra parte, ya que voy a evitar la tentación de animar el discurso a base de hablar de mi vida sexual {que, por otra parte, conocéis bien gracias a mis clases. Quiero decir, que cuento en ellas detalles de mi vida para dar interés, no que en ellas se practique nada. Bueno, en fin, salgamos de este jardín...}

Cuando os marchéis de Salamanca diréis probablemente “¡qué buenos momentos pasé en la universidad!” Esto hay que matizarlo porque es mentira. Los buenos momentos los pasasteis en el Potemkin, en el Paniagua o en el Gatsbi, dependiendo de vuestros gustos, aunque todos al final termináramos, perdón, terminarais en un garito como el Pecados. Por supuesto, a los padres asistentes le tengo que tranquilizar: sus hijos nunca visitaron estos lugares, fueron sólo los hijos de los demás los que estuvieron allí.

La universidad os ha dado un título o dos, en la mayoría de vuestros casos. Esos títulos no certifican mucho. Simplemente que habéis superado una serie de pruebas que nosotros os hemos puesto para que demostréis ciertas capacidades que previamente han sido entrenadas. Ahora os toca salir al mundo para poner esas capacidades en marcha. Me gustaría que al hacerlo no olvidarais el espíritu que ahora os mueve, y no me refiero a que sigáis el mismo ritmo de fiestas, ya que vuestro hígado no lo resistiría probablemente sino que mantengáis la generosidad que todo universitario tiene, por más que en esta época la generosidad esté cada vez peor vista y se trate de inculcar que lo único que sirve es aquello que da dinero.

A menudo digo también que esta universidad es un parque temático tipo Disneylandia o Warner, en el que los profesores hacen el papel del pájaro Piolín o del Pato Lucas (y vuestra imaginación puede asignar el resto de los personajes a quienes os hemos dado clase) y vosotros el de usuarios del parque. Habéis estado en su interior durante dos o más cursos y ahora os toca salir. Algunos volverán a su casa satisfechos de haberse subido en las atracciones -un poco desvencijadas en algún caso, es cierto- y añorarán para siempre estos años. Otros habrán preferido pasear por los bares del parque y habrán hecho lo mínimo para titularse en ingeniero superior de norias y tiovivos. En cualquier caso se acaba la vida en este mundo ilusorio llamado Salamanca que, os voy a confesar el secreto, NO EXISTE. Todo ha sido montado por un mago que pretende que creáis que estos son los mejores años de vuestra vida, pero no es cierto. Los mejores años de vuestra vida están por llegar. Me gustaría que el brillo de estos años no os impidiera daros cuenta de que podéis construirla como os plazca, sin los condicionantes que los tristes y los agoreros os lanzan: “la vida está muy mala”, “hay mucho paro”, “tenéis que ser competitivos”. Intentad no hacerles caso. Ya sois competentes. No os hace falta ser competitivos o no al menos hasta el punto de olvidaros de ser solidarios. Hay que buscarse la vida, por supuesto -no soy un iluso-, pero no vendiendo todo vuestro tiempo y vuestra alma por una nómina que siempre estará por debajo de lo que os merecéis como personas. Si os vendéis por un plato de lentejas, al menos, como dice Javier Krahe en su canción Esaú, que las lentejas sean con chorizo. Y que el chorizo sea no una cifra de tres o cuatro ceros, sino tiempo. Tiempo para disfrutar con otros, tiempo -aquellos que la quieran- para dedicárselo a una familia, tiempo para imaginar, tiempo para convertiros en productores y directores de vuestra propia vida. Tened cuidado porque os van a decir que vuestra vida sólo valdrá en la medida en que se convierta en una cara superproducción de Hollywood muy espectacular, pero os recuerdo que siempre podréis hacer una película de esas pequeñas que se hacen con cariño y poco dinero, pero que tienen un excelente guión y que no necesitan superhéroes ni estrellas, ni llegar a ser las primeras de la taquilla para que todos sepan que son buenas, muy buenas, si no las mejores películas.

Por lo demás podéis escoger el género. A algunos les tira la tragedia o el drama pero son géneros muy sufridos y generan dependencias a veces terribles. Yo, que ya he pasado por los dos en mi vida os recomiendo que no perdáis el tiempo, y que os lancéis a hacer comedia que, desde el punto de vista de la dramaturgia no es aquella obra en la que uno se ríe a carcajadas, sino aquella obra en la que los errores tienen solución. Os diré otro secreto que guardan los que tratarán de convertiros en sus esclavos: los errores no existen. Son sólo datos. Datos para reconducir vuestra vida por donde queráis. No dejéis nunca que un error os paralice, o lo que es peor, que alguien lo utilice para que no podáis cambiar, para que la comedia no tenga un final feliz.

Este es mi deseo. Parafraseando a Mafalda, ojalá que el mundo no os cambie demasiado antes de que vosotros podáis cambiar el mundo.

Que podéis.


5 de octubre de 2008


Desde que no escribo en el blog han pasado muchas cosas. De hecho, no he escrito en el blog PORQUE han pasado muchas cosas. Primero, rodamos la película que estábamos preparando. Todo el mes de agosto lo pasé en Madrid, entre Tribunal y Tres Cantos, viajando diariamente con Sonia en una combinación de metro y cercanías. Dirigí, actué, produje y, sobre todo, me estresé. Conclusión: hacer largometrajes sin presupuesto es muy bonito y tal, pero a mí me deja extenuado porque me siento responsable del bienestar del equipo. Creo que ésta va a ser la última película que haga en estas condiciones. El proyecto Manhattan fue un tanto diferente porque, quieras que no, estaba la Universidad Rey Juan Carlos detrás pero Hollywood, la nueva película, ha sido un proyecto de Ramón y mío, con el apoyo permanente de Sonia, eso sí, y se ha notado el salto al vacío. De todas formas me quedo con la enorme alegría que ha supuesto trabajar con personas como Paco, nuestro dire de foto que se vino desde Cádiz; Alba, que se suponía que venía de becaria y que se implicó como una más; Álvaro, que también se vino desde Jerez a hacer de todo, sobre todo sonido; Montse, siempre atenta a las necesidades del equipo; Héctor, un hombre para todo; Laura, nuestra operadora de cámara; David, amigo de Paco que se incorporó a ayudar en lo que pudo; en fin, todo un equipo al que se agregaron los actores y actrices que fueron pasando cada día por el set. Ha habido momentos de tensión, pero los hemos superado y al final todos hemos quedado contentos. Pero la próxima, si es que la hay, será con tranquilidad para mí, o no será. No me gusta producir. Lo repito: no me gusta producir. O mejor dicho, no me gusta producir sin presupuesto. Lo dejo escrito aquí para recordarlo cuando me dé por hacer otra peli sin dinero.
Eso no es todo. A finales de agosto se confirmó que me contrataban en la URJC, o sea, la Universidad Rey Juan Carlos, así que el mes de septiembre ha sido de mudanza, cierre de vida en Salamanca y apertura de sucursal en Madrid. Llevaba buscando el cambio desde hace mucho tiempo así que ahora que escribo estas líneas ya instalado en la capital, casi no recuerdo el esfuerzo que ha supuesto reducir el tamaño de mi colección de objetos para poder pasar de vivir en un apartamento, a vivir en una habitación en piso compartido. Por suerte los padres de Sonia me han ofrecido la posibilidad de dejar algunas cosas en la parcela que tienen en las afueras de Salamanca, así que ya llevo aquí un par de semanas con las cosas más o menos ordenadas y muy ilusionado.
Ahora miro atrás y los ocho años que he pasado en Salamanca (cuatro con conciencia plena de estar viviendo allí si tenemos en cuenta que la primera fase en la ciudad la pasé entre cambios y viajes) se me han hecho muy largos. El último año casi no quería salir de mi casa, en el estado de melancolía ciertamente paralizante que me invadió. Ahora creo que estuve al borde de la depresión. Supongo que me libré de ella porque no debo de estar predispuesto genéticamente para sufrirla pero he pasado por momentos en los que he preferido encerrarme en la concha de mi apartamento. No es mi estilo, lo sé, y tengo claro que aunque no hubiera tenido esta oportunidad para trabajar en Madrid habría terminado marchándome. De todos modos he decidido olvidar las malas experiencias y el frío y pensar en las buenas personas y los momentos agradables que pasé en la ciudad, que también los hubo (sobre todo desde que apareció Sonia), ahora que todavía en octubre puedo ir en camiseta de manga corta algunos días por Madrid.
La foto que pongo en esta entrada es de la biblioteca del campus de Vicálvaro de la Rey Juan Carlos. Allí es donde doy clases ahora aunque estos primeros días en la capital los estoy pasando entre constantes visitas a la Biblioteca Nacional donde trato de terminar un capítulo de libro que me han encargado y que con tanta movida no he podido redactar en septiembre que era cuando tocaba hacerlo. En próximas entradas hablaré de mis clases en la universidad. De momento vale.