12 de octubre de 2008
Ciclo de cine de Theo Angelopoulos en el Círculo de Bellas Artes de Madrid
Dentro de los actos programados con ocasión de la entrega de la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes a Theo Angelopoulos, se nos ofrece la oportunidad de hacer un repaso a su obra.
10 de octubre de 2008
Ciclo de cine: Nuevos formatos en Caixa Forum de Madrid
En este ciclo se reflexiona acerca de las nuevas formas de hacer cine a partir de la introducción de la tecnología digital y las hibridaciones que se producen para dar paso a un cine más "artístico".
Nuevas enfermedades, nuevas realidades
El otro día le decía a los alumnos que la realidad o las realidades se crean usando, sobre todo, la lengua. Ponía como ejemplo algo que desde hace tiempo habia comentado con algunos amigos; la definición de nuevas enfermedades o, mejor dicho, síndromes (conjuntos de síntomas que se dan simultáneamente) para que alguien "invente" un tratamiento y nos lo venda a buen precio claro. Hoy EL PAÍS publica un reportaje sobre este tema.
9 de octubre de 2008
Exposiciones en la Fundación Mapfre
Dos exposiciones interesantes en la fundación Mapfre. Una oportunidad para estudiar formas de ver el mundo y de pintarlo: Degas y pintores y escultores españoles de fin de siglo o de principio, según se mire...
Degas, el proceso de la creación
Entre dos siglos, España 1900
8 de octubre de 2008
Ciclo de cine y jazz - George Delerue - Instituto Francés de Madrid
Una oportunidad para ver películas muy interesantes con música de George Delerue, compositor relacionado con la Nouvelle Vague francesa. Será en noviembre, así que a apuntar en las agendas.
Filosofía del parque temático
Rebuscando, he encontrado el discurso de graduación que dirigí a mis alumnos en Salamanca. Lo transcribo a continuación porque tiene mucho que ver con todo esto y porque igual alguno pasa por aqui y lo recuerda. Ya me gustaría que no se quedara tan sólo en bonitas palabras de un querido (supongo :-)) profesor que emocionan unos minutos y luego se pierden en mitad de la jungla de la vida.
Además, a un amigo mío de Cádiz le ha dado un infarto y está en coma. Lo que quiero decir es que hoy es un día raro en el que necesito saber que todo va a ir bien. Mis energías están con él.
Carpe diem, de nuevo.
El discurso:
Queridos alumnos:
En primer lugar tengo que decir que estoy agradecido por haber sido seleccionado junto a Javier para ser padrino de la promoción. Supongo que, como ha hecho Javier, me toca deciros unas doctas palabras. En mi caso, como dijo el torero, se hará lo que se pueda. Además, eso de ser padrino es algo así como ser padre y yo no tengo experiencia en el asunto. En lo que se refiere a hacer discursos, tengo algo más de experiencia, pero ya me conocéis y tampoco soy partidario de dar lecciones a nadie. Cada uno aprende por sí mismo a partir de lo que se encuentra en la vida, y los profesores, como ya Javier os ha contado, sólo somos mediadores, alumnos de un curso superior de la vida que no somos mejores ni más inteligentes que los estáis en los cursos inferiores. Podéis estar tranquilos, por otra parte, ya que voy a evitar la tentación de animar el discurso a base de hablar de mi vida sexual {que, por otra parte, conocéis bien gracias a mis clases. Quiero decir, que cuento en ellas detalles de mi vida para dar interés, no que en ellas se practique nada. Bueno, en fin, salgamos de este jardín...}
Cuando os marchéis de Salamanca diréis probablemente “¡qué buenos momentos pasé en la universidad!” Esto hay que matizarlo porque es mentira. Los buenos momentos los pasasteis en el Potemkin, en el Paniagua o en el Gatsbi, dependiendo de vuestros gustos, aunque todos al final termináramos, perdón, terminarais en un garito como el Pecados. Por supuesto, a los padres asistentes le tengo que tranquilizar: sus hijos nunca visitaron estos lugares, fueron sólo los hijos de los demás los que estuvieron allí.
La universidad os ha dado un título o dos, en la mayoría de vuestros casos. Esos títulos no certifican mucho. Simplemente que habéis superado una serie de pruebas que nosotros os hemos puesto para que demostréis ciertas capacidades que previamente han sido entrenadas. Ahora os toca salir al mundo para poner esas capacidades en marcha. Me gustaría que al hacerlo no olvidarais el espíritu que ahora os mueve, y no me refiero a que sigáis el mismo ritmo de fiestas, ya que vuestro hígado no lo resistiría probablemente sino que mantengáis la generosidad que todo universitario tiene, por más que en esta época la generosidad esté cada vez peor vista y se trate de inculcar que lo único que sirve es aquello que da dinero.
A menudo digo también que esta universidad es un parque temático tipo Disneylandia o Warner, en el que los profesores hacen el papel del pájaro Piolín o del Pato Lucas (y vuestra imaginación puede asignar el resto de los personajes a quienes os hemos dado clase) y vosotros el de usuarios del parque. Habéis estado en su interior durante dos o más cursos y ahora os toca salir. Algunos volverán a su casa satisfechos de haberse subido en las atracciones -un poco desvencijadas en algún caso, es cierto- y añorarán para siempre estos años. Otros habrán preferido pasear por los bares del parque y habrán hecho lo mínimo para titularse en ingeniero superior de norias y tiovivos. En cualquier caso se acaba la vida en este mundo ilusorio llamado Salamanca que, os voy a confesar el secreto, NO EXISTE. Todo ha sido montado por un mago que pretende que creáis que estos son los mejores años de vuestra vida, pero no es cierto. Los mejores años de vuestra vida están por llegar. Me gustaría que el brillo de estos años no os impidiera daros cuenta de que podéis construirla como os plazca, sin los condicionantes que los tristes y los agoreros os lanzan: “la vida está muy mala”, “hay mucho paro”, “tenéis que ser competitivos”. Intentad no hacerles caso. Ya sois competentes. No os hace falta ser competitivos o no al menos hasta el punto de olvidaros de ser solidarios. Hay que buscarse la vida, por supuesto -no soy un iluso-, pero no vendiendo todo vuestro tiempo y vuestra alma por una nómina que siempre estará por debajo de lo que os merecéis como personas. Si os vendéis por un plato de lentejas, al menos, como dice Javier Krahe en su canción Esaú, que las lentejas sean con chorizo. Y que el chorizo sea no una cifra de tres o cuatro ceros, sino tiempo. Tiempo para disfrutar con otros, tiempo -aquellos que la quieran- para dedicárselo a una familia, tiempo para imaginar, tiempo para convertiros en productores y directores de vuestra propia vida. Tened cuidado porque os van a decir que vuestra vida sólo valdrá en la medida en que se convierta en una cara superproducción de Hollywood muy espectacular, pero os recuerdo que siempre podréis hacer una película de esas pequeñas que se hacen con cariño y poco dinero, pero que tienen un excelente guión y que no necesitan superhéroes ni estrellas, ni llegar a ser las primeras de la taquilla para que todos sepan que son buenas, muy buenas, si no las mejores películas.
Por lo demás podéis escoger el género. A algunos les tira la tragedia o el drama pero son géneros muy sufridos y generan dependencias a veces terribles. Yo, que ya he pasado por los dos en mi vida os recomiendo que no perdáis el tiempo, y que os lancéis a hacer comedia que, desde el punto de vista de la dramaturgia no es aquella obra en la que uno se ríe a carcajadas, sino aquella obra en la que los errores tienen solución. Os diré otro secreto que guardan los que tratarán de convertiros en sus esclavos: los errores no existen. Son sólo datos. Datos para reconducir vuestra vida por donde queráis. No dejéis nunca que un error os paralice, o lo que es peor, que alguien lo utilice para que no podáis cambiar, para que la comedia no tenga un final feliz.
Este es mi deseo. Parafraseando a Mafalda, ojalá que el mundo no os cambie demasiado antes de que vosotros podáis cambiar el mundo.
Que podéis.