Día 1 de octubre: paseo por la calle Libreros de Salamanca. Me llama una amigo. Como siempre que voy por esta calle y me llaman por teléfono, le digo a duras penas que estoy en un sitio sin cobertura para el móvil, que ahora le llamo, que sí, que te llamo; no, no digo nada del ramo, que ahora te llamo...¿Antonio? ¿Antonio? Se cortó
Día 20 de octubre: paseo por la calle Libreros. Recuerdo que tengo que hacer una llamada y, mecánicamente, sin darme cuenta de dónde estoy, marco el número en mi móvil. Hablo con la persona con la que tenía que hablar sin problemas a lo largo de toda la calle. Cuando llego al final y cuelgo me doy cuenta de lo que ha ocurrido. Miro el teléfono. La cobertura está a tope. ¿Qué ha pasado? ¿Han servido de algo mis llamadas a Movistar quejándome del servicio? Miro al fondo de la calle y vislumbro el perfil de la entrada de la Universidad antigua. Hace apenas una semana que terminaron las reuniones de la Cumbre Iberoamericana de jefes de estado. Pienso: ¿por qué tenemos que esperar a que nos visiten las "personas importantes" para que se resuelvan nuestros problemas? Los ciudadanos tendrían que luchar para que se celebren cumbres en los barrios más pobres de las ciudades, barrios como San José o Buenos Aires en Salamanca, Lavapiés en Madrid, la Viña o Santa María en Cádiz, las Tres Mil en Sevilla... Aunque igual lo que hay que hacer es suspender la cumbre e invertir lo que se gastan en hoteles de cinco estrellas en mejorar esos mismos lugares. Pero a eso se le llama invertir y lo mismo no sale en la portada de los periódicos, claro...
1 comentario:
Renueve esto, hombre. Haga el favor.
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