Esto se puede ver desde mi ventana. Agradable ¿no? Seré sincero; en realidad para poder ver esto hay que asomarse en determinada posición. De frente sólo veo una grúa y tres chimeneas bastante feas. Pero me tranquiliza saber que, para ver algo bello, sólo tengo que forzar un poco la postura del cuerpo. En otros momentos, cuando no tengo mi ventana por delante, a lo mejor mientras espero para enviar un paquete en la oficina de correos o a que terminen de prepararme un kebab en el restaurante turco, sólo tengo que forzar un poco la postura de la mente (no me atrevo a decir del alma) para encontrar belleza. Y eso también me tranquiliza.
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