Fragmento de la entrevista a Marc R. Soto, ganador de la tercera edición del premio Booket de relato universitario, en El País
"Pregunta. Escritor y químico. ¿Cómo se compatibilizan ciencias y letras?
Repuesta. Son dos cosas completamente distintas. La ingeniería me va a permitir ganarme la vida. Y escribir va a hacer que la vida merezca la pena."
Esto es algo que se veía venir. No ya que eso de la vocación por hacer, por estudiar algo que uno ama profundamente no esté precisamente de moda, sino la falta más absoluta de pudor para decirlo. O sea, que la pela es la pela y que a la hora de acumular euros lo mejor es no andarse por las ramas y si hay que hacer ingenieros pues se hace ingenieros. Me imagino a un futuro estudiante tomando como modelo a éste otro: "A ver... cotización de las carreras. Derecho... Medicina... Ingenieros... Venga, me quedo con ingenieros, aunque a mí lo que me gustaría ser es historiador. Pero no, la historia la dejaré para que la vida valga la pena."
¿Entonces estoy equivocado? ¿Estoy desperdiciando mi tiempo malganándome la vida vocacionalmente como profesor de universidad cuando podría estar tan ricamente en la televisión pública que dejé precisamente porque quería que la vida valiera la pena cada segundo? No lo creo. Lo que sí tengo claro es que los poderes, el poder -¿Acaso hay más de uno?- lo está haciendo muy bien para crear una manada de frustrados que trabajan para ganar dinero y que probablemente no se dedicarán, como éste, a escribir para que la vida valga la pena, sino a ver la televisión, como mucho, para que esto de vivir no les parezca tan deprimente.
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